Y un buen día Cameron volvió al cine. Se tomó su tiempo, eh. 12 largos años, para los fanáticos como yo. ¿Cómo podía volver?
Historias de viajes en el tiempo ya había hecho, y por duplicado, revolucionando el cine (T-1000, ¿les suena?).
En el camino nos había hecho viajar a las profundidades del océano con El Abismo (The Abyss, 1989).
Después hizo una de acción a lo grande, Mentiras Verdaderas (True Lies, 1994), haciendo que su hasta ese entonces actor fetiche, el "Gobernador" Arnold Schwarzenegger ¡piloteara un Sea Harrier! en plena ciudad matando terroristas.
Y luego había metido una linda historia de amor en el barco más famoso y trágico de toda la historia, en Titanic (1997). Con esa barrió a todos en los Oscars y rompió récords convirtiéndola en la película que más había recaudado en la historia del cine, con 1.800 millones de dólares de ganancias.
Y luego dejó de dirigir. Ya lo había hecho todo. Se dedicó a producir documentales, y series como Dark Angel, que hiciera conocida a Jessica Alba.
Insisto... ¿cómo podía volver? Haciendo una película gigante, de esas que dan que hablar.
Avatar es un film raro. Por muchas cosas. Tiene demasiados elementos para analizar, y según el que tomemos, la criticaremos o la alabaremos.
La historia de Avatar es más o menos así: un marine lisiado es enviado como parte de un proyecto a un planeta remoto llamado Pandora, habitado por unos seres azules de tres metros de alto que adoran a la madre naturaleza. Nuestro amigo el marine se divide entre cumplir órdenes de su superior (y de la corporación detrás de este) y averiguar todo lo posible sobre un mineral que vale millones o tratar de interactuar con los habitantes a modo de intercambio cultural. Esto no lo hace como humano, sino que es "transferido" remotamente a un cuerpo azul diseñado para él. ¿Matrix? ¿Conectado y transferido? Me suena, me suena... En el camino, lo previsible: se enamora de una nativa, se adapta a la nueva cultura, "sos uno de los nuestros", "que te traiciono o no te traiciono", "que el mundo humano es salvaje", y tantas otras cosas más. ¿Danza con Lobos, El Último Samurai, El Último de los Mohicanos, Robin Hood? Y... de todo un poco hay.
La historia quizás sea lo más flojo de todos. Cameron parece haber apuntado todos sus cañones hacia la parte visual, y lo hizo magníficamente. La historia es un compendio de cosas ya vistas, hay partes previsibles y otras no muy explicadas, pero si le perdonamos ciertas cosas, se puede decir que le es "funcional" al relato, y en cierta forma evita que una trama hiper compleja nos distraiga de lo que hay que ver. Titanic era una historia de amor, también, con la premisa "chica rica y reprimida se enamora de chico pobre y aventurero", pero Cameron la hizo funcionar bien poniendo al Titanic de fondo.
En Avatar sucede lo mismo. Durante poco más de una hora la película es una exhibición visual de Cameron, un vehículo para mostrarnos la imagen más linda o el plano más perfecto. Y lo son. Las imágenes son imponentes, y gracias al 3D nos olvidamos de que es un mundo creado por computadora y que los Na'vi no son reales... nos metemos dentro de ese mundo, y es algo que se debe aplaudir. Cameron quiso crear un mundo nuevo y revolucionario y lo hizo. En ningún momento sentí que estaba en algo inventado. Me sucedió lo mismo que con la mencionada Titanic.
Como fanático de Cameron, también supe reconocer algunas cosas propias de él, lo que me llevó a creer que se copió a sí mismo. Sigourney Weaver tiene algunas cosas de la inolvidable Teniente Ripley de Aliens (1986). Giovanni Ribisi representa a la cara visible de la corporación que no le importa nada con tal de obtener lo que quiere, al igual que en Aliens lo hacía Paul Reiser. Michelle Rodriguez es la guerrera latina que también se vio en Aliens en la forma de la soldado Vasquez.
Y el villano. Muy clicheado. Es de esa clase de villano bondeano, de las Bond de la época de Roger Moore, ese "malo muy malo" que hasta es capaz de pegarle a la madre.
Podría buscarle mil defectos más, pero la quiero a esta película. Me cerró. Me gustó mucho. Quizás la hubiera amado si Cameron se la jugaba un poco más, como lo hizo Mel Gibson en La Pasión de Cristo (2004) o Apocalypto (2006), donde se hablaba el lenguaje que se tenía que hablar. Si Mel pudo hacer hablar en maya a los indígenas durante toda la película, ¿por qué Cameron tuvo que poner a los Na'vi a hablar inglés nivel First Certificate?
En definitiva, Avatar es una bisagra en la historia del cine. Como en su momento lo fue el traspaso del cine mudo al audio, del blanco y negro al color, o como lo fue Star Wars (1977) en materia de efectos especiales, Avatar va a ser referencia continua cuando hablemos de revolución en el cine.
Conclusión: un film que es casi una obligación verlo, magnífico visualmente, imponente desde la realización. No nos moverá el piso intelectualmente, pero seguramente no la olvidaremos.
ORIGEN: USA
DIRECTOR: James Cameron
INTÉRPRETES: Sam Worthington, Sigourney Weaver, Zoe Saldana
DURACIÓN: 162 minutos
CALIFICACIÓN: MUY BUENA (-)
Será porque charlamos antes de escribir, ¡pero que lindo como se parecen nuestras opiniones! Buena crítica. Yo no lo quiero tanto a Cameron, pero Avatar sigue aprobando en la nota de mi boletín.
ResponderEliminar