miércoles, 27 de enero de 2010

Crepúsculo (Twilight, 2008)



Fenómeno masivo adolescente. Con eso se podría decir todo... o no. Depende de dónde se lo mire. Harry Potter es un fenómeno masivo adolescente, y no por eso es malo. Al contrario, es una buena forma de que los niños y jóvenes se acerquen a la lectura. Pero hay diferencias notables entre la saga Harry Potter y la saga Crepúsculo, como por ejemplo, que una esté escrita por una maestra que no sólo tuvo una gran imaginación (y suerte, desde luego) sino que también tuvo las herramientas y la capacidad para plasmarlo, mientras que la otra esté hecha por... bueno, no quiero ser tan duro con esta chica Meyer.

¿Qué se podía esperar en su traspaso al cine? Prácticamente lo mismo. Diferencias muy grandes entre una y otra.

Mientras Harry Potter -con algunos altibajos, obvio- supo siempre mantenerse dentro del casillero de "superproducción" apostando a muy buenos efectos especiales y a un gran reparto que incluía -exceptuando claro a Maderín Radcliffe- al genial Alan Rickman, Gary Oldman, Ralph Fiennes, Maggie Smith y Emma Thompson, acá en Crepúsculo la pifiaron feo.
Primero y principal, el presupuesto de 37 millones de dólares (ya de por sí algo bajo comparado a Harry Potter y la Piedra Filosofal (2001) que costó 125 millones de dólares) parece haber sido usado más que nada en publicidad y promoción del film. Los efectos especiales son muy rústicos y algo mediocres.
Por el lado del reparto, la tenemos a Kristen Stewart, que por más que aparezca al lado del actor que sea y en la película que sea, siempre habla y actúa de la misma forma, y si no es acompañada por un guión mínimamente decente, termina en offside como en esta película.
El resto del casting no pasa de lo medio pelo, y quizás la cara más conocida sea Peter Facinelli, que de movida no iba a formar parte de esto. También está la pseudo enfant terrible Nikki Reed, que según ella esta película le parecía demasiado naif "y que ella estaba para cosas más jugadas" como la sobrevalorada A los Trece (Thirteen, 2003).
Pero todas las luces se las lleva Robert Pattinson. El actor que todos quieren hacer creer que es el próximo Jude Law, o James Dean o Steve McQueen o quien sea es imposiblemente malo acá. Su cara de mármol inexpresiva y su tono de voz constante (no importa si está enojado o feliz, a punto de morir o viviendo el mejor momento de su vida... el muchacho habla SIEMPRE IGUAL) hacen que no se sepa exactamente qué le está pasando, salvo que aparezca un vampiro malo y nos demos cuenta de que está enojado protegiendo a su amada.

Sinceramente no sabía si tomarme en serio a esta película cuando la vi, y debo admitir que la vi hasta el final a pesar de mis críticas. Hablar de clichés es un despropósito, porque qué película es 100% original hoy en día... pero hay cosas que son imposibles, como las situaciones en las que Bella se ve envuelta, ¡no puede ser que le pase de todo y que siempre le pase cuando está el otro cerca! La química entre ambos roza el histeriqueo de colegio primario, y eso que ya están bastante creciditos como para que los hagan actuar de esa forma. Y si no se animan a jugársela, hagan como en las Harry Potter, que tienen menos romance que Rambo (2008) y la cosa pasa por otro lado y aun así son buenos productos.

Quizás el problema del film sea el guión, o la historia en que está basada, o en su directora, que alguien con un poco más de pericia hubiera hecho algo más decente. Tal es el caso de Harry Potter y El Prisionero de Azkabán (2004), donde contrataron a un gran director como Alfonso Cuarón y sacó una de las mejores de la saga del mago. O quizás, y esto es lo que estoy empezando a creer, el estudio no se preocupó mucho adrede, "total las pibas compran cualquier cosa".

Conclusión: Malos actores + guión malo + frases azucaradas + romance de outlet - ganas = Crepúsculo.

ORIGEN: USA
DIRECTOR: Catherine Hardwicke
INTÉRPRETES: Robert Pattinson, Kristen Stewart
DURACIÓN: 122 minutos

CALIFICACIÓN: MALA

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