jueves, 29 de octubre de 2009

Directores de ayer, de hoy y de siempre: Paul Verhoeven


Hoy voy a pasar a hablarles no de una película sino de un director que no conoce de áreas grises: Paul Verhoeven. Con él las cosas siempre fueron blanco o negro, a favor o en contra. Es un director que siempre ha causado controversia con sus películas, por lo explícito, por lo crudo de las historias. Cabe decir que es un director al cual nunca se le movió un pelo o se ruborizó a la hora de hacer las cosas. Mostró (y lo sigue haciendo) la violencia, la muerte, la sexualidad y todas las miserias humanas de la forma más explícita posible. Pocos directores son capaces de correr semejantes riesgos.
Este director holandés siempre tuvo el visto bueno de la crítica, y cuando filmó en su país natal le fue más que bien. Delicias Turcas (Turks Fruit, 1973), El Soldado de Orange (Soldaat van Oranje, 1977) y el thriller El Cuarto Hombre (De Vierde Man, 1983) le valieron elogios e incluso nominaciones al Oscar.
Su experiencia hollywoodense era inevitable. Luego de filmar una película menor en el año 1985 con Rutger Hauer (su actor fetiche) y Jennifer Jason Leigh, en el año 1987 realizó la que muchos consideran su verdadera primera experiencia en Hollywood: la inolvidable Robocop. En ella mostró la violencia más extrema (recordemos la famosa muerte del oficial Alex Murphy, una masacre de proporciones épicas mostrada sin tapujos) y un sinfín de desmembramientos provocados por Ed 209, el robot rival de Robocop. La película fue un gran éxito, que dio lugar a dos secuelas que obviamente no estarían a la altura de la primera.
Tres años más tarde incursionaría de nuevo en el género ciencia ficción con la inolvidable El Vengador del Futuro (Total Recall, 1990). La película fue un éxito desde todo punto de vista. Con un presupuesto de 65 millones de dólares, en su momento se convirtió en la película más cara alguna vez hecha. Como protagonista tenía al por entonces hiper taquillero actor austríaco Arnold Schwarzenegger que atravesaba uno de los mejores momentos de su carrera. Escenas memorables, efectos especiales de avanzada para la época, marcó un hito en la historia del cine, y con el correr de los años seguramente tendrá el lugar que se merece en la consideración popular. Pero ojo, que la carrera de Verhoeven en Hollywood no termina acá. Si hay algo que lo diferenció de muchos otros directores nacidos fuera de USA fue que pisó fuerte en Hollywood y triunfó imponiendo su estilo. Un caso contrario al suyo sería el de John Woo, que en oriente hizo muy buenos films y cuando desembarcó en Hollywood fue manipulado de tal forma que lo único rescatable es Contracara (Face/Off, 1997).
La tercera gran incursión de Verhoeven fue Bajos Instintos (Basic Instinct, 1992), película controversial si las hay, que sería muy injusto recordarla sólo por la famosa "escena" protagonizada por Sharon Stone (en el papel que la lanzó definitivamente a la fama). Este thriller levantó polvareda y dinero (y vaya cuánto), recaudando más de 350 millones de dólares mundialmente.
Pero el dulce verano de Verhoeven en Hollywood terminó en el año 1995 con la película Showgirls, que fue un fracaso estrepitoso por el que fue nominado a los Razzie Awards, una suerte de Oscar a lo peor del cine. Como dato curioso, Verhoeven se hizo presente en la ceremonia y aceptó el premio y pidió disculpas.
Más tarde vendría esa rareza de ciencia ficción llamada Invasión (Starship Troopers, 1997) y luego El Hombre Sin Sombra (Hollow Man, 2000), que sería despedazada por la crítica.
Verhoeven se tomó algunos años lejos de las cámaras y decidió volver a sus orígenes, filmando en su Holanda natal Black Book (2006), un drama ambientado en la Segunda Guerra Mundial que lo devolvió a las sendas del éxito.
¿Qué será del futuro de Paul Verhoeven? Es difícil saberlo. Lo que sí sabemos es que sea lo que sea que haga, va a hacer mucho ruido.

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